12/02/2020 - Música

Sebastián Macchi. Narrar lo nuestro en canciones

El músico adoptado por Paraná sacó su último disco de canciones interpretadas por el trío que creó.

Federico Malvasio

Durante años, cuando levantaba la vista tratando de recordar algo frente a la computadora, lo primero que veía era un libro gordo, violeta, un poco descolorido por el sol, en el último estante de la biblioteca. Arriba, en el lugar de los olvidados o de las deudas. Son las obras completas de Juan Laurentino Ortíz.

Sin capacidades para leer poesía, o quizás, falta de inquietud por recorrer ese mundo, la poseía del entrerriano reposó un tiempo largo al tope de la repisa.

Esa falta vaya a saber de qué para leer poesía se compensó, un día, cuando escuché un disco en el que se musicalizaban versos de Juanele. Sebastián Macchi lo hizo y lo dejó registrado en el trabajo Luz de Agua (Poemas de Juan L. Ortíz. Canciones) editado en 2005 que escuché una década después. Logró un objetivo ideal: la música no me distrae de lo que dice la poesía y viceversa. Todo es una delicia en nada se superpone  a algo. Las inspiraciones del poeta son acompañadas de delicadas melodías arregladas con sutiles instrumentos de percusión, piano, guitarra y un contrabajo que crean un clima que invita a la imaginación de un paisaje cercano. En el Litoral. En Entre Ríos. En Paraná.

Macchi empieza a dar señales al público por quien estaría atravesada la obra que vendría posteriormente.

La poseía de Juanele está en todos sus trabajos. En el último disco, Aguasílabas, musicaliza Ella y en el anterior Crepúsculo en el campo de Gualeguay.

El material reciente de Sebastián Macchi Trío, que completan Carlos Aguirre en bajo y Gonzalo Díaz en batería y percusión, bien puede ser una continuidad de aquel que tenía a Juanele como poeta excluyente. Luz de Agua (Otras canciones) salido en 2015, y ahora Aguasílabas, describen escenarios, cotidianeidades y paisajes con los que convive Macchi  y su socio en canciones, Pedro Guastavino. Esa sociedad está en el tema Crecida, una evocación al Paraná, ese río que “seguirá ofreciendo aquel árbol (y) la rama que se curvó”, como foto.  “Una canoa, un espinel, una palabra, una señal, otra tonada, otro motivo para cantar, un rancherío, un basural, garzas de blanca levedad, un edificio que creció y enjauló el sol…” es otra de las instantáneas describe el tema que lleva el nombre del disco. Los planos urbanos y subfluviales se disputan el paisaje del universo Macchi.

Su antena está atenta a la agenda global. En el tema Mundo devastado, con sonoridad spinetteana, denuncia la utilización del glifosato y confiesa el miedo que le dan “las estelas químicas del cielo”.

El disco, que lo integran 13 temas, cuenta con tres instrumentales donde aparece la creatividad melódica que su disco Piano solito expresa de manera acabada. Allí, el Macchi instrumentista sintetiza y homenajea sus gustos musicales y sus recorridos sin otro acompañante que su piano.

En la entrega de este último trabajo, entre los instrumentales, hay un choro, música que Macchi escuchó de cerca en los años en que estuvo en Brasil. Choro Río, río e choro gira en torno a una melodía triste. Quizás esté dedicada a la popular concejala y activista Marielle Franco, asesinada en plena calle de Río de Janeiro. El músico supo referir a ese episodio antes de tocarlo en su piano.

Desde Evocación del Salto Grande del Uruguay hasta El amanecer y el valle, Macchi celebra la música y la poesía en un disco que grabó, que tiene tapa, contratapa e interior, un diseño y unas palabras que aluden a la cartografía del trabajo en su conmjunto. Se puede tocar, ver y leer. Eso es Aguasílabas.