18/06/2022 - RETROVISOR. Las imágenes que no pueden faltar de Paraná

La ciudad portuaria

Bajada Grande y Puerto Nuevo fueron durante años los lugares de acceso a la ciudad y los que conectaron a Paraná con el mundo.

Jorge Riani

Durante casi dos siglos nadie llegaba a Paraná sin tener que navegar. En servicios públicos o viajes privados, llegar a la capital entrerriana era tener que transitar por el gran río marrón.

El puerto fue la entrada exclusiva a la ciudad, a no ser un breve lapso en el que un servicio de hidroavión que acuatizaba frente a la ciudad traía pasajeros sin tener que navegar sino por el aire. Igualmente, el avión aterrizaba en el río.

Paraná fue durante la mayor parte de su vida una ciudad portuaria. El naturista francés Alcides d’Orbigny, uno de los tantos hombres que uniendo ciencia y aventura llegaron a estos suelos, describió el puerto de Bajada Grande en 1827. “Un  puertito donde cargaban varios barcos, así como  toda la costa, tenía un aspecto tan vivo que rompió para mí la monotonía de tan largas jornadas”.

La investigadora Ofelia Sors descubrió que en los años cuarenta del siglo antepasado creció el tránsito fluvial. “Goletas, balandras, bombardas, sumaca y lanchones servían para el traslado de personas y mercaderías”, escribió, para agregar luego el dato de que el trayecto Paraná y Santa Fe se cubría con botes y balleneras propulsadas a vela.

Sin embargo es durante el primer año en que Paraná fue capital de la Confederación Argentina, 1854, cuando se establece el servicio regular entre ambas ciudades. Otra investigadora, Magdalena Chemin, hizo un trabajo impecable sobre la historia del transporte fluvial en el Litoral, donde dio cuenta de que en 1855 se realizó un viaje inaugural de un vapor diario con capacidad para 110 personas, que pasó a unir ambas orillas. Y contó que en 1856 se estableció un servicio diario de viajes entre Paraná y Buenos Aires.

Con el paso de los años, Paraná fue sumando actividad a su puerto. En 1870 ya eran dos los viajes por río a Santa Fe, y en 1876 se fijaba la ruta fluvial desde Paraná hasta Asunción.

En “Relicario” contamos la historia del empresario de origen andaluz que solía hacer el trayecto de Buenos Aires y Asunción por río, haciendo siempre escala en Paraná. En una de esas bajadas habituales, Antonio Reviriego se enamoró de la ciudad y decidió instalarse aquí con un negocio próspero y de avanzada para su época. Corría el año 1880.

Algunas fotos antiguas que sus descendientes le hicieron conocer a este cronista, muestran en su esplendor que llegó a tener la Cigarrería del Toro en la casona que hizo construir la familia de  Reviriego, en la esquina de Urquiza y Buenos Aires.

En el sótano, a través de las ventanas que nacen a la altura de las veredas y permiten ver el interior subterráneo de la propiedad, se veían a los empleados afrodescendientes, hijos de esclavos y libertos, armando los cigarros con las hojas traídas de las plantaciones que Reviriego tenía en Paraguay.

Se llamaba “cigarrería” al comercio, pero en verdad era una amplia regalaría que comenzaba tempranamente a vender, por ejemplo, los productos Kodak en la ciudad.

La historia tiene ingredientes de novela. Reviriego decidió vender sus campos en Paraguay y comprar tierras en Entre Ríos. Viajó a la capital paraguaya donde hizo una operación comercial muy grande. Con el resultado de la venta en su poder, decidió emprender viaje de regreso a Paraná. Para ganar en seguridad se decidió, esta vez, por el viaje en tren en lugar de hacerlo en barco. Fue un error grave.

El empresario apareció muerto en las vías y las valijas con dinero tuvieron un destino que nunca nadie pudo establecer.

El empresario podía hacer gran parte del trayecto en tren, pero para cruzar desde Santa Fe a Paraná no podría hacerlo de otra manera que no sea por río.

Primero en Bajada Grande, luego en la zona de la costanera, Paraná se abrió al mundo a través de los dos puertos que conoció en su historia.

La organización estatal o a veces la burocracia llega a todo los recodos de la vida social y el río y las actividades en su entorno no fueron ajenas. A principios del siglo pasado llegó a Paraná la Dirección Nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables. Junto al río se levantaron oficinas, talleres y una escuela que tenía por misión enseñar a los paranaenses a domar el río y sumarlo al desarrollo de la ciudad, de la región, del país.

Lo que en el glosario urbano se conocía como “el Ministerio” ocupó un lugar destacado en Paraná y fue el motor de desarrollo de la zona norte, del mismo modo en que el ferrocarril lo fue en el sur paranaense.

Ambas avisaban con sus sirenas la llegada de la Navidad, del Año Nuevo y el comienzo y final del carnaval. Ambas también fueron el motivo de radicación de un entorno de obreros que fueron conformando populosos barrios de clase media.

La foto de Yrigoyen arribando al puerto de Paraná donde vino trayendo su campaña presidencial, la de Raúl Lucio Uranga también llegando tras ser liberado de la prisión en tiempos de peronismo, la del paso del buque que trasladó desde Asunción a Buenos Aires los restos de Domingo Faustino Sarmiento, la de la balsa cargando en su lomo a autos enormes como cascarudos gigantes, esas y otras fotos permiten dimensionar qué grado de implicancia urbana tuvo ese sector donde el mundo fluvial y el mundo terrestre se toman las manos. Esa puerta por donde pasaron millares de seres humanos y mercaderías de todo tipo.

Por qué debe estar

La foto que muestra la actividad portuaria no puede faltar en la veintena de momentos históricos de Paraná porque los dos puertos con los que contó la ciudad le permitieron conectarse con el mundo.

Paraná nació y creció al ritmo de su puerto; primero el de Bajada Grande y luego el Puerto Nuevo y por eso se publica, como síntesis de lo que decimos, la foto que acompaña esta nota, que corresponde al archivo del Museo Histórico Martiniano Leguizamón.

A los primeros arribos, lejanos y precarios, que se hicieron en estas costas, le sucedieron luego los viajes comerciales y también los transportes particulares. Paraná es puerto. Su historia está ligada al río y fueron los puertos los que permitieron el ingreso de los inmigrantes, los investigadores, las maestras ruralistas, los naturistas prestigiosos, los hombres públicos que hicieron de esta parte un Estado moderno, los perseguidos de los regímenes totalitarios, en fin, todo los que hicieron los cimientos de la historia ciudadana. Los puertos también permitieron el ingreso de mercaderías y la salida de una de las mercancías más codiciadas que dio esta tierra: la cal. Por todo eso debe estar esta foto, en representación de sí misma y seguramente de muchas otras que también podrían graficar el carácter de ciudad portuaria que tuvo Paraná.

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“Retrovisor” es la sección realizada bajo la idea de contar una historia a partir de una imagen. Fotos, grabados, dibujos son los documentos que ofician de disparador para una crónica histórica. Son las imágenes que no pueden faltar en historia urbana de la capital entrerriana.