Llegó a Paraná para fundar un diario con el nombre de la ciudad. Desde allí propició el asesinato del presidente golpista José Félix Uriburu. Eso le valió una causa judicial, pero le devolvió exposición al personaje que supo escandalizar a la sociedad cordobesa inicialmente, luego a la entrerriana y finalmente a la de toda la Argentina. En la provincia mediterránea fue electo diputado por obra y gracia de una broma de los estudiantes de Medicina. Su partido se llamaba Bromosódico Independiente y propiciaba el amor libre, la separación de la Iglesia del Estado, la disolución del Ejército y el acortamiento de las sotanas de los curas.
Jorge Riani
Loco. Con esa adjetivación antecediendo su apellido conmocionó a la sociedad cordobesa de posiciones extremas, de universitarios inquietos y clericales inflexibles. En la docta provincia mediterránea no fue un personaje más y su fama trascendió los límites de la geografía provincial para instalarse como el personaje preferido de los diarios porteños. Enrique Badessich era “el loco” que desveló a la prensa en interrogantes sobre el fenómeno que encarnó: seductor alocado que se ganó un lugar en la consideración general al punto de lograr acceder a un escaño en la Cámara de Diputados de Córdoba.
Su candidatura nació de una idea hilarante de los estudiantes de Medicina de aquella provincia y para eso armaron un partido político bautizado con un nombre que denuncia su origen de claustro universitario ligado a las ciencias duras: el Partido Bromosódico Independiente.
El año 1922 se desgranaba en días agitados que no daban tregua desde 1919 con la Semana Trágica y las huelgas de la Patagonia. Pero no faltaba, acaso por eso mismo, otro espíritu festivo capaz de atravesar el largo camino de la institucionalización de una agrupación política para llevar al extremo la broma del candidato “bromasódico”.
Badessich aceptó el lugar que le dieron los jóvenes universitarios y se lanzó de lleno a difundir su oferta electoral. “Difunde sus ideas y plataforma de proyectos, verdadera tabla de concepciones rebeldes e iconoclastas y la ciudad toda ríe del personaje y sus palabras. Entre sonrisas despreciativas unos y con carcajadas afectuosas otros. Córdoba tiene su ‘loco de verano’ de ese año, producto de la gracia agresiva de sus futuros médicos, quienes sellan la idea con un bautizo farmacopeico”. Así describe el caso el periodista Héctor José Iñigo Carrera, en un trabajo publicado por la revista “Todo es Historia”.
El domingo 26 de enero de 1922 la jornada electoral arriba con un radicalismo abstencionista que desalienta la concurrencia a las urnas. Apunta el autor recién mencionado que sobre un padrón de 31.485 votantes, sufragan 6.761 personas.
Y el loco Badessich ganó un lugar en la Cámara de Diputados. Se impuso ante candidatos del socialismo, de tres líneas del radicalismo disidente y puso en vilo a las electas autoridades conservadoras.
Plataforma
La prensa porteña no salía de su asombro. “La Razón” presenta al singular legislador como “votado en broma” y “triunfante por sus cabales”. “Un hombre sin antecedentes, sin condiciones en ningún grado de actividad, ha surgido legislador en medio de un ambiente de estupefacción para la sociedad conservadora, colonial y culta”, apunta el artículo.
Para “La Nación” no hay dudas de que el triunfo del singular personaje debe hallarse en “la juventud rebelde jaranera, el radicalismo abstencionista en busca del ridículo para la elección y la adhesión espontánea general a la broma callejera”.
Badessich fue el objeto que permitió la ejecución de una broma de estudiantes. Y él se prestó para eso y mostró sus mejores perfiles de hombre histriónico y disparatado. Pero no se conformó con ese papel y pronto lanzó, efectivamente, su plataforma provocativa y atrevida.
“Separación de la Iglesia y el Estado, supresión del Ejército por antisocial y anacrónico, amor libre, implementación de la República Cordobesa con representantes confidenciales ante América y Europa, acortamiento de los hábitos sacerdotales para con la tela economizada hacer ropas para los niños indigentes”, eran algunas de sus propuestas.
Caótico en sus ideas, no faltaron intentos por canalizar el fenómeno sobre los carriles de ideologías diversas. Se lo presentó como anarquista, liberal, socialista y anticlerical. De todo eso, posiblemente lo único que le cuadraba bien haya sido esto último.
“El diputado electo por Córdoba, desfacedor de entuertos, terror de curas y de monjas, hiperbólico, atrabiliario, futurista, ultraísta en su oscuro lenguaje badesichiano”, así lo describió el diario “Crítica”.
En un acto de campaña, Badessich inició su discurso aludiendo al amor libre para terminar fustigando la “peligrosidad galante” de los curas en su tarea confesional. Allí contrapuso su concepto de “libertad bromosódica” contra el “prejuicio católico”.
Ideología
La propia propaganda política alimentaba la confusión sobre el encuadre ideológico de tan singular oferta electoral. Uno de los pocos avisos que publicó, por caso en “La Voz del Interior”, rezaba: “El Comité liberal progresista de Córdoba, ex comité de Córdoba Libre formado por estudiantes y obreros liberales y miembros del comité del libre pensamiento, de la masonería de todos los ritos y por ciudadanos de cultos evangélicos, os piden que voteis en las próximas elecciones provinciales del 26 del corriente mes por el candidato a diputado liberal y progresista Enrique Badessich por el distrito de la Capital, que será el fiel representante y defensor del verdadero liberalismo de los obreros y empleados en general”.
Cuando le preguntaban cuáles eran sus comités, Badessich contestaba que eran los calabozos. Pasó enormes cantidades de veces encerrado en alguna comisaría, luego de algún escandaloso capítulo de su vida pública. Tanto fue así que llegó a refugiarse en la sede de la Legislatura cordobesa –a la que la Policía no podía ingresar sin orden judicial y una causa fundada– para evitar el encierro.
Se mantenía allí con los sandwichs de salame que le hacían llegar sus admiradores, y en ese tiempo no se distraía en su afán de provocar con artículos que enviaba, desde su encierro voluntario, a los diarios.
Finalmente fue consagrado como diputado y la inmunidad legislativa le devolvió la libertad, pero sólo por 18 días. Ese es el lapso que disfrutó de sus credenciales antes de que se la retiren por falta de idoneidad para el cargo.
El personaje, lejos de decaer, se agigantó en su intento por restituir su condición de diputado electo. No escatimó recursos. Fue a reclamar al gobierno de Hipólito Yrigoyen que intervenga la provincia y se entronizó como el personaje preferido de los diarios de tirada nacional.
Vivió en Paraná, donde fundó un diario y desde allí expuso su línea editorial, que propiciaba un atentado contra el presidente golpista José Félix Uriburu. Vestido con traje de papel de diario, Badessich había sacudido la atención de la sociedad cordobesa y luego surgió su derrotero de político extraño y provocador.
Cuando llegó a la capital provincial, a inicios de la tercera década del siglo, era un personaje consagrado. En 1932 abrió el diario “El Paraná”, contiguo a “El Diario”, en calle Urquiza frente a la Plaza 1º de Mayo, según pudo reconstruir el periodista y escritor Miguel Ángel Andreetto.
En tanto, Aníbal S. Vásquez, en su libro “Periódicos y Periodistas de Entre Ríos” describe al director de “El Paraná” como “un pintoresco sujeto que vino de Córdoba, donde alguna vez, para hacer mofa de sus condiciones electorales, se le votó para intendente municipal”.
Se las ingenió Badessich para sacudir su nombre en un estruendo de alcance nacional. Antes de arribar a Paraná, hizo campaña por Hipólito Yrigoyen, y cuando el radical fue derrocado por el golpe de Estado y José Félix Uriburu usurpó el poder, Badessich no ahorró esfuerzos editoriales para repudiar la asonada y propició un atentado contra el golpista.
El 19 de febrero de 1932, “La Nación” volvió sobre Enrique Badessich. “Será acusado el director de un diario en Paraná. Habría incitado al asesinato del presidente del gobierno provisional”, escribió el tradicional diario porteño.
“El ministro del Interior –dice la nota de “La Nación”– ha remitido al procurador fiscal Dr. González, la documentación necesaria para que formule la correspondiente denuncia contra Don Enrique Badessich, director del diario ‘El Paraná’ que aparece en la provincia de Entre Ríos, por haber publicado en el número correspondiente al 25 de enero último un retrato del presidente depuesto con una inscripción que incita según las autoridades al asesinato del presidente del gobierno provisional”.
Finalmente para el director del diario no hubo mayores reproches y a esa circunstancia contribuyó la caída de Uriburu. Un día se fue de Paraná dejando una marca en la historia de los periódicos fugaces.
El devenir de la historia le otorgó nuevos argumentos para exhibirse ante la consideración general. En 1945 se presentó ante un juzgado en Santiago del Estero para presentar un habeas corpus por un ciudadano argentino: Juan Domingo Perón. No faltó una interpretación que halló en el trámite una suerte de jugada antiperonista, con el objeto de dejar sentado que por el militar-político reclamaba tan singular personaje.