Un periodista entrerriano cuenta la sensación de escalofrío y gélido terror que provoca ver en medio de la nada, como si nada hubiera pasado, un mausoleo en el que se pretendió eternizar la póstuma presencia del dictador Francisco Franco en España. El Valle de los Caídos no es otra cosa que la monumental alusión del terrorismo de Estado en la península, pero con inicial pretensión de homenaje. Esta semana se conoció que el gobierno español intentará, por fin, saldar la deuda de justicia contra los actores de una dictadura que asesinó a mansalva, persiguió y entronizó el oscurantismo durante décadas. Lo que sigue es una nota que reflexiona sobre el ingreso al jardín de la memoria al que parece estar dispuesta una España que sigue esperando justicia.