28/11/2019 - Viejas pintadas que aún se conservan en las calles de Paraná

Los muros como testigos del devenir político del país

El rostro de Perón pintado allá por 1946, una leyenda de “Tres Banderas”, de 1962, y los carteles políticos de los tiempos del advenimiento de la democracia, en 1983, con el nombre de los radicales ganadores en el país, la provincia y la ciudad, conforman el conjunto de reliquias políticas que aún perduran en algunos muros de la ciudad.

Jorge Riani

La ciudad acostumbra a prestar sus muros que, sin que nadie se lo haya propuesto, terminan convertidos en páginas de un diario de vida. La vida política ha quedado impresa en no pocos muros de la ciudad, algunos alejados, periféricos, abandonados para la funcionalidad urbana, otros céntricos y que vienen escapando del olvido, tanto como de nuevas manos de pintura que los condenarían a la inexistencia.

Hay muros que por ser los ideales para las pintadas políticas, se usan, se tapan, se vuelven a usar acorde al largo historial electoral que como una saludable cinta sin fin se viene repitiendo desde 1983 a la fecha. Esos ladrillos han visto pasar decenas de apellidos, apelativos, consignas, números de listas y de partidos políticos. Los paredones de canchas de fútbol de los clubes paranaenses, los del antiguo y desaparecido ferrocarril han sido las plataformas preferidas para los militantes con brocha gorda. Y antes de que el ensanche de la calle 25 de Mayo se vuelva a poblar de locales y edificios de departamentos, allá por los años de la octava década del siglo pasado, los muros de esa arteria fueron también soporte para la acción proselitista.

Una valiosa fotografía que acompaña esta nota puede mostrar el tema candente de campaña en aquellos años de advenimiento de la democracia. El rechazo al pago de la deuda externa era un tema recurrente en los partidos de izquierda, como el Partido Intransigente, El Partido Socialista Popular, el Partido Comunista, el Frente de Izquierda Popular o el Partido Humanista, que había logrado una notable pintada, donde los “capitalistas y oligarcas” eran representados por cerdos bien engordados y vestidos con frac y chaleco. Todo eso era hábilmente pintado en los muros. Esta foto en cuestión documenta, quizás, el muro unos meses antes de que el humanismo pintara esos carteles de campaña que causaron sensación por lo bien logrado y porque avanzaba ya con una apuesta estética que supera las simples letras.

La misma foto permite recordar que también muchos cordones de veredas eran soportes para las leyendas políticas. Los muros de esa vieja calle 25 de Mayo congregaban, según se ve en la foto, muchos nombres y apellidos históricos, tanto del orden provincial como el nacional. Pero es el de Marciano Martínez el único que sigue en vigencia –junto con el de Raúl Dorbessan–, aunque por su actividad como abogado del foro local, más que como dirigente del desarrollismo, que lo llevó a ser convencional constituyente en la reforma de la Carta Magna entrerriana.

Los nombres de Luder (PJ), Ramos (FIP), Frigerio (MID), Uranga (Línea Popular) hablan de otro tiempo, plasmado sobre un muro que ya tampoco está. Esos nombres remiten a la elección del 30 de octubre de 1983, que consagró a Raúl Alfonsín como presidente de la República desde el 10 de diciembre de ese mismo año. Fiel a su tiempo, el muro deja leer la consigna política fuerte del momento: “Alfonsinazo”.

PUERTO. En el frente de las antiguas casona de Puerto Viejo se conservan las pintadas con los nombres de los candidatos que ganaron en los tres niveles del Estado en 1983: Raúl Alfonsín en el país, Sergio Montiel en la provincia, Humberto Varisco en la ciudad, y Pedro Coronado en el Concejo Deliberante. Con letra roja sobre fondo blanco, acorde a la tradición cromática del centenario partido, el nombre de esos tres dirigentes sobresale en el paisaje de la vieja Paraná, allá donde precisamente la ciudad dio sus primeros pasos como urbe.

Las letras son prolijas, con trazos que acentúan su carácter angular, sin curvas, y seguramente contribuyó a su conservación el hecho de que los autores de la pintada se hayan tomado el trabajo de subir tan alto para hacerla. Hoy es casi impensada la posibilidad de que el antiguo edificio frente al cual funciona el centro comunitario “Josefina Zubizarreta” sea utilizado para pintadas políticas, pero esta constituye un indudable registro de carácter histórico.

Un dato llamativo, pero que habla del momento político, es que la palabra concejal está escrita con s. Dice “consejal” en lugar de concejal. No es una burrada como se consideraría hoy,  sino que hay que recordar que no estaba tan claro, acaso -o más bien seguro- que por la falta de práctica política que había hecho olvidar la palabra concejal y consideraciones del tipo que proviene de concilio y no de consejo. Era un error habitual en ese tiempo.

No es casualidad que en ese lugar se inscriba el apellido Coronado, que es el de una familia muy arraigada y conocida en el lugar, con presencia de cuatro generaciones en la zona ribereña, que en sus orígenes tuvieron barco encallado frente a su casa, ubicada a su vez en el extremo de la barranca del Parque Urquiza, y luego el conocido restaurante y bar “Coronado”.

 

HISTÓRICO. Como hablamos de pintadas antiguas, debemos rápidamente acudir a tres piezas que hemos descubierto en los últimos años y que son dignas de destacar por su significación política, pero también por su longevidad, por el modo en que estoicamente han resistido al paso del tiempo.

La primera imagen que hay que destacar es una que se adivina, muy tenue, en una de las paredes de la casa que ocupa la esquina este de Paraguay y Courrege. Allí se puede ver el rostro pintado de Juan Domingo Perón, junto al cual hay una sola expresión escrita: Lealtad a. La idea la completa el rostro del creador del partido justicialista.

Es un Perón muy antiguo, pintado con una técnica de plantilla del modo “stencil”, que ahora se ve con un color indefinido, pero que el gris claro de la cal de la pared permite descubrir a los ojos curiosos.

Uno puede imaginar a los autores de la propaganda política apuntando al electorado de la década del 40 ó 50 que caminaba por esas calles alejadas de la ciudad, aunque esa también era la ciudad, y el lugar un paso obligado para los conscriptos que iban a cumplir sus obligaciones a los Cuarteles del Ejército. O aquellos otros que, más relajados, iban en busca de los placeres ocultos que ofrecía la cercana calle Diamante y sus “casas de tolerancia”.

Hasta hace muy pocos años, quizás un lustro, sobrevivió en calle Corrientes, a metros de Rosario del Tala, una pintada que proponía que se vote a “Perón-Quijano”, que era la fórmula con la que el “Partido Laborista” encaró las elecciones del 24 de febrero de 1946.

En las proximidades a la estación de trenes, pero también en el corazón del puerto nuevo y sus adyacencias, solían verse carteles peronistas y radicales. Es posible que esa vieja reliquia, ahora perdida, de calle Corrientes, haya estado dirigida a los transeúntes del tranvía que llevaba trabajadores a la zona portuaria.

En calle Feliciano 255 hay una bella casa antigua con frente de Piedra París, que es como se conoce al cemente nacarado de las construcciones de principio del siglo pasado, especialmente, y del anterior también. En el frente tiene una inscripción que, aunque discreta en sus dimensiones, llama la atención al ojo curioso y muy entrenado en busca de reliquias: “Tres banderas”.

Hay que hacer un esfuerzo para verlo porque hace un par de años hubo un intento por borrarla a golpe de cepillo, agua y algún producto químico que la borró en gran parte.

Se trata de una alusión directa a un partido entrerriano, de los que se enmarcaron en el neoperonismo o en aquellas alternativas partidarias en épocas de la prescripción para el partido de Juan Perón. “Tres banderas” fue la pata entrerriana en una confluencia de partidos que en 1972 dieron lugar al Frejuli, que fue presentado en sociedad por Héctor Cámpora.

Por tres banderas fue elegido diputado nacional, en 1963, Héctor Domingo Maya, el primer gobernador peronista que tuvo la provincia, y luego fue senador nacional por el Frejuli camporista.

Ya que llegamos a Cámpora comentaremos otra foto que acompaña a esta nota: aquella que muestra el frente de la sede episcopal de Paraná, es decir el Arzobispado, en 1973. Se trata de una fotografía que este cronista consiguió en el Archivo General de la Nación, que permite ver otro tipo de pintada política a la usanza setentista, precisamente.

En lo que hoy aparece como un cuadro impensable, la foto muestra todo el edificio de la Curia pintado con aerosol negro. Los muros del palacio clerical sostienen la invitación a asistir al acto del 4 de febrero de 1973, en la Plaza 1º de Mayo, donde hablaría precisamente el delfín peronista del momento. “Cámpora es Perón”, reza la consigna que firma la Juventud Peronista.