Augusto Nux nació en Paraná, Entre Ríos, el 21 de mayo de 1910. En pintura utilizó los medios expresivos del óleo, pastel, témpera y acuarela. Sus primeros trabajos lo fueron a pluma y a tinta china. Su pintura transparenta las enseñanzas del pasado orientadas hacia un realismo que busca la exaltación de los colores con marcada tendencia impresionista.
Por Valentina Uranga
Cuando ejercí la dirección del Museo de Bellas Artes de Entre Ríos, en Paraná, la presentación de las primeras exposiciones tuvo el objetivo de reivindicar las figuras de los pintores locales. Por las salas pasaron obras de Castellán, Migliavacca, Gargatagli, Nux entre otros. En el caso de Nux extrañamente nunca había expuesto en el Museo, al menos hasta ese momento.
Me ocurría que cada vez que volvía a mirar la obra de Augusto me preguntaba ¿por qué siento esta conexión, esta atracción tan profunda?, ¿qué es lo que me impulsa a volver la vista atrás y descubrir esa agradable sensación de querer apoderarme de la obra y de querer guardarla dentro de mí?
Las respuestas pueden ser variadas: la emoción, la armonía, el equilibrio, el trazo suelto y seguro, la economía del detalle, la atmósfera que logra y que la envuelve. Pero más allá de todas estas explicaciones que pueden tener un tinte técnico, pienso que, por sobre todas las cosas, estas obras constituyen un acto de amor que el artista les ha sabido imprimir.
Y en esta retrospectiva de sus dibujos, verdaderos paisajes construidos, podemos descubrir que hay una treintena de obras que nunca fueron expuestas, que hay una temática muy peculiar que nos habla de sus raíces, y está presente lo local, lo continental y lo ancestral.
Augusto manifiestó su vocación artística desde la adolescencia y jamás abandonó esta dura y quizás más bellas profesión que el hombre puede tener y que tiene mucho que ver con la elección de Dios, al haberlo dotado con el don de la creación para el disfrute de los demás.
Su obra es el resultado del trabajo minucioso que Augusto Nux ha efectuado y que va más allá de las obras: está el seguimiento, el verificar que todo esté como debe estar, para que llegue a todos nosotros de la manera respetuosa que el artista considera que debe ser. Por eso he hablado que todas sus obras y sus exposiciones no tienen otra explicación que las de ser un verdadero acto de amor, y de talento y que por todo ese amor y talento que percibimos en Augusto Nux, es que le decimos que tiene toda nuestra admiración nuestro cariño, y nuestro respeto.
Nux buscó en El Brete un lugar para sus trabajos. Esta zona suburbana de nuestra ciudad, por el Norte colinda con el Río Paraná, cediéndole el particular carácter de su flora, su fauna, su clima y el atractivo de su tranquilidad.
El texto de la Ordenanza Municipal que denomina “Pintor Augusto Nux” a una calle de esta capital, es “un reconocimiento al prolífico artista pictórico paranaense, quien generó una obra que plasma el paisaje de la mencionada zona, y que trasciende las fronteras de nuestra ciudad, alcanzando relevancia internacional”.
De esta forma, su nombre también quedará sellado más allá de sus obras en una calle del barrio que eligió y sirvió de inspiración para su prolífica obra pictórica, generando una armonía entre toponimia y paisaje.
En esa oportunidad, su esposa Yolanda Darrieux, expresó: “Augusto amó profundamente su tierra, especialmente este Brete, su belleza, sus cielos, sus árboles, el canto de sus pájaros, su calma, su silencio que permitía la intimidad familiar y amistosa y la concreción de su trabajo.
Su obra no es sólo producto de su obstinado respeto por el modelo natural sino también de mucho estudio de los maestros, de los grandes pintores del mundo que observó afanosamente en cuanto libro, museo o exposición frecuentó. De algunos de ellos muchas veces lo he visto volverse para mirar un detalle o solamente para descubrir su logro. Admiración por todos ellos, regocijo con los impresionistas, apasionada reverencia por Cesáreo Bernaldo de Quirós y por Eugène Delacroix.
Sus estudios de ingeniero le facilitaban perspectivas y ubicación de los objetos o de las personas Se creó un compás áureo llegando casi como ingeniero a estudiar la composición de cada cuadro.
Augusto amó el arte en sus distintas manifestaciones, amó la música clásica o popular del tango al jazz o el bolero. Amó el conocimiento que nos impulsó a buscar a quienes compartimos su vida y la belleza de la palabra que no le faltó para expresar sus ideas y sentimientos.
Dios lo bendijo con una salud y una fuerza increíbles Pintó con entusiasmo hasta los 98 años.