Fue pintado por el artista César Fernández Navarro en 1962 y recrea de modo conmovedor la Batalla de Caseros. El muralista que aprendió en los principales salones de las capitales europeas dejó plasmada su obra en una escuela primaria de la capital entrerriana. El motivo es la Batalla de Caseros, de la que hoy justamente se cumplen 170 años.
Jorge Riani
Con el arte, por no decir con la belleza, por muy amplio que resulte el término, también se enseña. Aquello que es lindo inspira, motiva. En una escuela, una pared blanca no crea la misma atmósfera que una pared con el revoque caído. Cuánto más, entonces, contribuye a la buena predisposición del aprendizaje una pared en la que el pintor deja plasmada una gran obra.
Un ejemplo para ilustrar la idea: en el principal hospital de Paraná, el San Martín, hace ya muchos, muchos años, existió un jardín clásico en el sector central. Un jardín con enormes árboles y una especie de pequeño zoológico poblado de aves exóticas. Pavos reales, por ejemplo. Se combinaban el césped prolijo con canteros construidos con piedra París. Se creía por entonces que la belleza puede ayudar a curar.
Quizás en eso pensaron los arquitectos y diseñadores de la Escuela Provincia de Santa Fe –ubicada en la calle Cura Alvarez, de Paraná–, cuando decidieron que el muralista César Navarro Fernández plasme su exquisita obra en paredes de espacios comunes, como el salón de actos, en los pasillos o en el descanso de la escalera.
Si constituye una plausible extrañeza que en una escuela de La Boca existan aulas pintadas por el mismísimo Benito Quinquela Martín, habrá que decir entonces que en Paraná existe la Escuela Nº 11 “Provincia de Santa Fe”, donde las paredes fueron engalanadas con la virtud de Fernández Navarro.
Hay motivos de pueblos originarios y campestres en pasillos y lugares comunes como el descanso de la escalera que une los dos pisos. Pero sin dudas la obra destacada de ese conjunto es el mural en que recrea la Batalla de Caseros.
Es el mural un tanto oculto. Una pieza que aporta una visión distinta –rica y singular– a la iconografía urquicista.
Si la belleza ayuda a curar, entonces no hay dudas que tiene un poder de enseñanza destacado. ¿Cómo habrá influido esa obra, esa mirada segura de Urquiza desde la pared, en el destino de aquel alumno que terminó escribiendo sobre la arquitectura de la Confederación y la estática del Gobierno de Paraná? Habría que preguntarle entonces al propio Claudio Cañete, ese periodista y hombre joven que indaga en las historias urbanas y las cuenta con profusa documentación.
¿De qué manera inspiraron a aquel otro alumno, también de la década de los 70, siempre peinadito de manera prolija, esta monumental pintura al momento de que se forje su destino en las letras y el periodismo cultural? Es que otro ex alumno, Carlos Marín, escribió también sobre estos murales. Y lo hace el cronista de estas páginas que supo enredar su atención, en actos escolares, en el soldado muerto en la batalla de la pared.
El mural es parte del patrimonio cultural entrerriano aun cuando muchos paranaenses desconocen que existe. En su mayoría estuvieron durante muchos años dañados, aunque luego el artista Raúl González –el mismo que también reparara los frescos del Teatro 3 de Febrero– le devolvió sus mejores brillos.
“Durante años estuvieron a la vista de miles de personas. Pero como sucede habitualmente con lo obvio, parecían transparentes. Nadie registraba su existencia ni mencionaba por qué estaban allí, quién los había pintado y las razones para hacerlo. Hasta que a mediados de 2003 la artista plástica Celia Schneider evocó la existencia de esas pinturas que su amigo César Fernández Navarro había plasmado en la Escuela Provincia de Santa Fe”, escribió Marín.
Las seis pinturas reflejan el trabajo en distintos ámbitos. La serie está integrada por Escena de Pescadores (en el hall de planta baja); Escena de puerto -ubicado en la caja de escalera y ya restaurado-; Escena de campo; Hacheros, y Segadores (de 6 por 2,50 metros de lado). Estos tres últimos ubicados en la planta alta de la escuela.
En el salón de actos se encuentra la pintura más impactante, llamada La Batalla de Caseros (de 8 por 3,50 metros) que refleja la carga de las fuerzas urquicistas y rosistas en el campo de batalla. En la composición se destaca claramente la figura de Justo José de Urquiza. Aparece también el palomar y en otro sector puede distinguirse -quizá como un reconocimiento a la fidelidad- al perro Purvis, que acompañó al entrerriano en toda su campaña.
El trabajo impresiona por la fuerza y la dinámica de la composición, que incluye a jinetes y corceles en plena carga con banderas al viento y que hacen recordar a la clásica Batalla de San Romano, de Uccello.
En los murales hay referencias claras a maestros como Berni, al cubismo y al muralismo latinoamericano. No cabe duda de que el autor estaba perfectamente al tanto de propuestas como la de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera o Cándido Portinarí.
No es casual que se haya buscado a César Fernández Navarro para pintar en la Escuela Provincia de Santa Fe. Es que si bien el artista nació en Bahía Blanca, vivió sus mejores años artísticos en la capital de la vecina provincia. Antes pasó por escuelas de Holanda, Italia, España y París. Murió en 1992 tras dejar un conjunto de obras valiosas, entre ellas las que hoy se desdibujan en los muros de la escuela paranaense.
Fuente: Entre Ríos Secreta
Nota: El mural aludido, como los otros de la Escuela N° 11 “Provincia de Santa Fe”, fueron restaurados por iniciativa de la Municipalidad de Paraná, en la actual gestión del intendente Adán Bahl, alumno egresado de ese establecimiento.