22/05/2022 - RETROVISOR. Las imágenes que no pueden faltar de Paraná

La ciudad soñada de Santos Domínguez

Santos Domínguez y Benguria fue concejal a cargo de la intendencia hacia finales del siglo XIX, proyectista de edificios públicos y privados, paisajista, hombre de negocios y ciudadano de notable sensibilidad social. Dejó un legado en construcciones que permite a la ciudad mostrar una arquitectura singular y única.

Jorge Riani

A veces, muchas veces, la semilla de la curiosidad nos pone a caminar en un trayecto que lleva hacia lugares asombrosos. Esa curiosidad es la que nos motivó a preguntarnos, cierta vez, cómo habrá sido la casa de Santos Domínguez y Benguria.

¿Y por qué la casa y no otra pertenencia de ese paranaense ilustres nacido en España? Porque Santos Domínguez y Benguria fue un diseñador de edificios que tiene un valor propio por sobre muchos otros diseñadores, proyectistas o frentistas que actuaron en Paraná, por más importante que sean sus obras. Eso que a Domínguez y Benguria lo hace distinto es la originalidad de su legado, la diversidad de sus diseños, la audacia de sus proyectos.

La intriga era sencilla: si él diseñó su propia casa entonces estaríamos ante un edificio singular, y seguramente bello. Y, en tal caso, ¿dónde está ese edificio? ¿Cuál fue la suerte que corrió? ¿Qué pasó con esa casa?

El resultado de la intriga fue la nota que luego integró el libro Relicario, de este autor.

Descubrimos que Paraná perdió una pieza arquitectónica irrepetible, bella y cargada de singulares historias que pasaron entre sus paredes y que bien podrían ser parte del guión de alguna novela. Sin embargo, queda mucho en la ciudad del legado arquitectónico de Santos Domínguez.

En busca de datos, aquel año finisecular, fuimos a entrevistar a dos mujeres de la tercera edad, muy lúcidas y con buena disposición para el diálogo. Al contacto entre ellas y este cronista lo hizo Hugo Ugalde, un inquieto investigador de temas urbanos que también desciende directamente de don Santos.

Las mujeres que entrevistamos en el año 2000 eran nietas del creador de edificios y primas entre sí. Elsa Maglione Domínguez y Lidia Domínguez, alcanzaron a conocer la casa de su abuelo en tiempos de esplendor.

El caserón estaba ubicado en la esquina suroeste de la intersección de Pascual Echagüe y Pascual Palma y sintetizaba todo lo que a Santos Domínguez le interesaba que tengan los edificios creados por él. Un frondoso jardín de árboles exóticos, detalles ornamentales en las paredes, un pequeño lago, fuentes de agua, grandes espacios verdes y un puente.

Este cronista preguntó a las descendientes de don Santos si existía en esa casa algún puente. La respuesta era impensada: sí, existió.

“No era más que un detalle, un adorno. El puentecito no habrá tenido más de dos metros. No pasaba agua por debajo, sino un caminito, en el cual había una fuente que largaba un chorro de agua por la boca de un sapo de bronce”, recordó Lidia.

Era impensada pero previsible la respuesta afirmativa. Es que Santos Domínguez fue el creador del puentecito almenado del Parque Urquiza y el Puente Blanco. Se nota que tenía una atracción especial con los puentes.

Puede decirse que en Paraná hay una “Arquitectura Santos Domínguez”. Ese inventario reconoce el Palacio Municipal, que se parece a los viejos cabildos pero con ornamentos palaciegos; el edificio de la Sociedad Española, de cuya existencia sólo queda el frente en la Peatonal San Martín; la capilla San Francisco de Borja, detrás de la zona conocida como “Los corrales”, entre otras.

Santos Domínguez y Benguria fue un concejal distinto, que cuando tuvo que reemplazar al intendente Enrique Berduc por un día, dispuso el diseño paisajístico de la Plaza 1º de Mayo. Ahí dejó parte de su legado; en los árboles, en las plantas que nos acompañan desde hace más de un siglo.

De él se dice que fue arquitecto, paisajista, contador, pintor, funcionario público. Menos se ha hecho referencia a su aspecto de hombre sensible y comprometido que fue. Le gustaba ayudar, era solidario y su posición social privilegiada no le impedía entender los dramas ajenos. Por eso, seguramente, ayudó a la fuga de un preso que él consideró que estaba injustamente encerrado. A esa historia la pudimos contar en “Entre Ríos Secreta”, y así hacer pública una historia que hasta entonces era un episodio discretamente guardado en el seno familiar. Un secreto que la propia descendencia luego decidió hacer público a través de nuestra nota.

Contamos varias historias de él. Ahí andan los artículos que hemos podido escribir gracias a todo lo que contaron las primas Elsa y Lidia. Por ejemplo, sobre esa fiesta de casamiento, en la vieja casona de Echagüe y Palma, que terminó convirtiéndose en un funeral. El día esperado en que Acisclo, el hermano de Santos se casaba en segundas nupcias con la hija de Santos –es decir tío y sobrina contraían enlace– el hijo del primer matrimonio del contrayente cayó por las escaleras y pintó de duelo la fiesta.

Por esas nietas también supimos que Don Santos fue perseguido por los mandamases intolerantes que veían en los masones a seres monstruosos que divulgaban la idea de educación libre, gratuita y universal.

“En varias calles de Paraná –decimos en Relicario– se pueden ver sueños, enteros o en retazos. El español Santos Domínguez y Benguria soñaba sueños que tenían la particularidad de hacerse realidad. Un día soñó con leones, y al poco tiempo, en las alejadas calles Urdinarrain y Esquiú, se levantó el Prado Español, con dos leones que custodiaban el ingreso a las romerías ibéricas. El siglo diecinueve gastaba su último lustro y Paraná estaba en su esplendor, con Don Santos como concejal a cargo de la intendencia, dispuesto a cumplir su fantasía de ciudad encantada. En 1970 la pesadilla uniformada mató el sueño de los leones, que se usaron como escombro.  Pero quedaron otros sueños. El puente almenado del Parque Urquiza es uno de ellos, que aun con sus mutilaciones es poesía urbana”.

En el Parque Urquiza, donde todos los intendentes quieren dejar algo, Santos dejó una de los rincones más bellos. Para sortear el accidente del suelo, pensó el puentecito almenado, cuya imagen es reproducida aquí en una vieja postal que este cronista consiguió en Buenos Aires.

Allí se ve al puentecito con las torretas originales y un marco de vegetación frondosa y casi silvestre. Por la calle pasaba el tranvía y el puente ofrecía un ángulo diferente para ver pasar ese tren urbano que unía las puntas más alejadas de la ciudad.

Por qué debe estar

Una foto que represente la obra de Santos Domínguez y Benguria debe integrar el hipotético álbum de imágenes infaltable porque con sus diseños, ese proyectista dotó de una fisonomía propia a la capital entrerriana. Además de haber diseñado el escudo de Paraná, el concejal-intendente construyó una arquitectura que es propia de esta ciudad: la de fachadas cargadas de ornamentos, la de una mezcolanza que se convierte en estilo. Un estilo propio y rico.

////

“Retrovisor” es la sección realizada bajo la idea de contar una historia a partir de una imagen. Fotos, grabados, dibujos son los documentos que ofician de disparador para una crónica histórica. Son las imágenes que no pueden faltar en historia urbana de la capital entrerriana.