17/11/2022 - El negocio de las arenas en Entre Ríos

La provincia minera

La cal de Entre Ríos ayudó a construir el Litoral de los tres últimos siglos. Luego fue la arena la que salió de las entrañas de nuestros ríos y canteras a cielo abierto. Hoy, la provincia exporta 25 millones de toneladas con diversos destinos, entre ellas la construcción y la cristalería. Pero es la arena silícea la que ha despertado mayor interés debido a la dependencia que de ese mineral tiene la industria del petróleo. En esta nota se repasa el modo en que Entre Ríos ha venido ganando la pulseada en un negocio del que participó Estados Unidos, Brasil, China, México y otras provincias argentinas. El negocio crece y las críticas de entidades ambientales también.

Jorge Riani

Nadie podría imaginar, por entonces, que de esa alquimia que se estaba produciendo saldría arena. Mucha arena. Suficiente arena como para hacer con ella un negocio largo y rentable.

Nadie podía imaginarlo sencillamente porque no había nadie para imaginar, ni para nada.

Faltaban 90 millones de años para que en la región aparecieran los humanos capaces de imaginar algo cuando ya se estaba formando la arena que hoy vemos en canteras que se abren en aparentes dunas, o en los surcos que algún camino de agua va abriendo a su paso.

La coctelera de los tiempos batió con fuerza una acción de fuego, con ingredientes de presión. Luego se sumó el tallado de los vientos más la acción maquinal del agua que con su correr transportó sedimentos.

Todo junto, sin premuras de ningún orden, formó una arena en la que se destacó la presencia de un componente: el cuarzo.

En las profundidades de la región se encuentran las arenas más longevas. Algunas tienen 2.200 millones de años, pero son las jovencitas, aquellas de 90 o 100 millones de años, las que vemos cada vez que vamos a la playa o aquellas que los trabajadores mineros entrerrianos buscan de las entrañas del río o de las canteras a cielo abierto.

Luego de ubicar en tiempo y espacio, con conocimiento científico, la región de la actual provincia de Entre Ríos, el geólogo Juan Carlos Bertolini afirmó que la zona cuenta con arenas aflorantes, desde hace 90 millones a 100 millones de años, cuando esta región formaba parte del gran continente de Gondwana, junto a lo que hoy es África.

“Las arenas que aparecen en las barrancas de Puerto Yeruá son las mismas que se ubican en Angola, debido a que ambos lugares integraban una provincia geológica llamada Eutendeca”, dijo el mencionado experto a Cicatriz, medio donde originalmente fue publicada esta nota.

Vengamos al presente. En la actualidad, de Entre Ríos se extraen 25 millones de toneladas de arena para comercializar, sumando los diversos destinos y las características particulares que tienen cada uno de los tipos.

Es la arena silícea la que mayor protagonismo mediático ha tomado en el corto tiempo que hace que se la menciona en la región. Sin embargo la venta para Vaca Muerta fue de no más que un millón de toneladas en un año.

¿Qué destino tuvo entonces la mayor parte de esas 25 millones de toneladas que la provincia asume como extraídas y comercializadas? La construcción. 

A estas arenas se las saca de los ríos y riachos porque son las que menos sal tienen, a diferencia de las que se hallan a cielo abierto, que han sido condimentadas por el gran mar que ocupó parte de la región hace unos 10 millones de años.

Entre Ríos tiene una larga actividad minera ligada a la arena. Como en siglos pasados era con la cal, ahora -y antes también- la provincia provee de arena para la construcción en gran parte del Litoral argentino.

El mercado mineral de la región ofrece arenas de diversos tipos y con destinos también diversos. Algunas son utilizadas para la fabricación de filtros destinados a piletas o hidrolavadoras y para la metalmecánica. Otras son para cristalería.

Está también la arena silícea como insumo imprescindible para la Fracturación hidráulica, esa técnica más conocida como fracking, que básicamente consiste en la realización de perforaciones en las rocas subterráneas para luego introducir, a presión, millones de litros de agua con químicos y arena silícea. Ese componente inyectado agrieta las rocas y así aparece el fluído tan deseado. Brota por esas grietas el maná del mundo moderno.

Hasta hace algunos años no se hablaba, en general, de la arena silícea, que se convirtió recién en mercadería codiciada hace un par de años cuando una fina observación determinó que era apta para el fracking, tanto como la que hasta entonces se exportaba de Estados Unidos.

Todo fue muy incipiente. El 7 de marzo de 2019 llegó al puerto de Bahía Blanca un barco que había partido el 18 de febrero de Nueva Orleans con varias toneladas de arena blanca con marca y todo: Delta Pearl; y alguien que la comercializaba: la norteamericana Shale Support y la suiza Fracht Group.

Un rosarino radicado en Bahía Blanca había sido nombrado por ese tiempo como secretario de Minería por el gobernador Gustavo Bordet. El nombre del funcionario que se sumaba al gobierno entrerriano es Diego Bosso.

Las dificultades para desarrollar su vida tan lejos de Bahía Blanca lo devolvieron a aquella ciudad, no sin antes -aseguran desde el gobierno- ordenar el registro de explotación y venta de arena porque se vendían 25 millones de toneladas y se declaraba 5 toneladas ante la ATER.

El mundo petrolero sabe que la mejor arena para la realización de fracking es la de Entre Ríos y por eso la empresa belga Jan De Nul, tan mencionada en estos días en que se suceden noticias sobre el ir y devenir en la concesión del dragado de la Hidrovía Paraná-Paraguay, se volcó al negocio.

Jan De Nul Group, además de haber sido la beneficiada por más de 20 años con los trabajos sobre el canal de navegación del río Paraná, es la empresa madre de Arenas Argentinas del Paraná S.A., precisamente creada para extraer y vender arenas silíceas de Entre Ríos.

En la provincia instaló una planta automática con capacidad para producir 150 mil toneladas por año extraídas del lecho del río.

Cuando durante la era kirchnerista la dirigencia política, primero, y la ciudadanía en general luego, comenzaron a hablar de Vaca Muerta, surgió la necesidad de buscar métodos y financiamiento para la extracción de los hidrocarburos.

Lo primero generó un revuelo fenomenal porque enseguida se habló del fracking, mientras que lo segundo estuvo siempre ligado a variables políticas y económicas que postergaron o suspendieron las expectativas planteadas.

Hoy, con el diario del lunes, resulta asombroso pensar que para la fractura hidráulica de las rocas en el famoso yacimiento petrolífero de la cuenca neuquina era necesario importar arena, teniendo en el territorio nacional uno de los ríos más caudalosos del mundo, que corre sobre distintos tipos de arenas.

A esta altura resulta ocioso tener que decir, pero lo decimos ya que estamos, que la principal crítica que encendió el sistema de fracking es el alto nivel de contaminación real y potencial que genera porque pone en peligro las napas de agua dulce que da vida a una gran parte de la geografía nacional.

Como sea, el fracking es el método que irrumpió en la Patagonia y eso demanda arena.

Buscar en casa

Algunos conocedores de esta historia dicen que fue la propia Cristina Kirchner quien, sabiendo que era necesario importar arena para extraer el petróleo, mandó a revisar la comarca nacional para ver si se podría hallar una arena adecuada, dentro en la enorme existencia que hay en los ríos, las canteras, el delta.

El entrerriano Miguel Galuccio, que estaba al frente de YPF, puso a los ingenieros de la petrolera argentina a buscar arena para el cometido. Se buscó primero en Salta y luego en Entre Ríos.

La tarea siguió su rumbo. Se encontró arena pero luego, para la extracción y comercialización hubo que organizar administrativamente todo desde la esfera entrerriana. En eso estuvo el funcionario Bosso, de manera que algunos ligan el nombre de este licenciado en administración, capitán de ultramar y máster en transporte y logística, a la viabilidad de esta actividad minera en la provincia.

El costo de la arena es relevante en la inversión global que requiere la extracción del petróleo, según se observó desde el mismo momento en que en la Patagonia argentina se realizó fracking hace unos pocos años. Ese fue uno de los motivos que llevó a la ex Presidenta argentina a poner a Galuccio a buscar arenas aptas en el país.

No sólo de Estados Unidos alcanzó a llegar arena silícea sino que también hubo importaciones de China, México y Brasil, con un con un costo anual que llegó a rondar los 500 millones de dólares.

En la Argentina, fue la provincia de Chubut la que tomó la delantera en el negocio, aunque siempre con la amenaza latente de que otras provincias logren también un lugar en el comercio. Como el caso de Neuquén, que creó una empresa estatal provincial, la Compañía Minera del Neuquén (Cormine), para que explore en su territorio. Mientreas tanto, las petroleras buscaban por su parte en Mendoza y Río Negro.

La extracción de arenas silíceas con destino a Vaca Muerta se inició hace poco más de un lustro, cuando se creó el Grupo Arenas Patagónicas en la localidad chubutense de Dolavon.

Entre Ríos se movió tarde y poco, pero tuvo éxito porque fue en esta provincia donde los ingenieros de YPF encontraron lo que buscaban. 

En ese momento comenzó una pulseada entre las provincias de Chubut y Entre Ríos, tironeando por el mercado de las arenas. La pulseada se saldó notablemente a favor de la provincia del Litoral, que se quedó con casi el 80 por ciento del negocio.

En 2018 se produjeron unas 380 mil toneladas en Dolavon y al año siguiente ese número apenas alcanzó las 140 mil toneladas. La arena que buscaba Vaca Muerta era la de Entre Ríos.

Todo comenzó cuando en una cantera de Colonia Elías, en el departamento entrerriano de Uruguay, apareció una arena con una granulometría adecuada y una resistencia apta para el fracking. Sin embargo pronto se dieron cuenta de que era necesario hacer un proceso de filtrado con calor para que la arena sea totalmente apta para la actividad petrolera.

Allí se inició una carrera entre el sector público y el privado que estaba, este último, representado esencialmente por Jan De Nul Group. Desde la esfera pública, quienes dijeron “vamos a hacerlo nosotros al negocio”, es decir el Estado, fueron los ingenieros de la propia YPF, tras lo cual la petrolera puso a su departamento de Logística a pensar, organizar y armar una empresa para la extracción de arenas.

Pronto, la petrolera argentina pasó a arrendando un campo ubicado a unos 5 kilómetros de Ibicuy, con una cantera en la que que se calcula que hay unas 20.000.000 de toneladas de reserva “a cielo abierto”, como se le dice cuando no está dentro del río, pese a que se encuentra a unos 80 centímetro de la superficie del suelo.

Lo que sí se pensó en Entre Ríos fue que el interés que despertó la zona por las arenas constituye una buena oportunidad para reclamar el dragado, la extensión del gas natural y la construcción de muelles en el puerto de Ibicuy, para que de allí salga con destino a Bahía Blanca la arena, que luego seguirá por ruta terrestre, entre camiones y trenes, hacia su destino en Vaca Muerta.

Hace dos años ya se hablaba en Neuquén sobre la proyección del negocio al indicar que “cada pozo shale requiere entre 3.000 y 7.500 toneladas de arena para ser estimulado, dependiendo de las etapas de fractura que se apliquen. Empresas como YPF están aplicando técnicas como la high density completion, que demanda mucha más arena”, según escribió Cristian Navazo, periodista de aquella provincia.

Entre 2012 y 2018, la petrolera nacional bombeó 1,5 millones de toneladas para poner en producción el shale oil, y apenas se habló de fractura hidráulica como método de extracción, se estimó que en los próximos 10 años Vaca Muerta demandará al menos unas 40 millones de toneladas.

A los funcionarios y a los empresarios siempre les gusta hablar de valor agregado en la materia prima que sale de la provincia, para así poder multiplicar puestos de trabajo en el lugar de origen de la materia. En este caso, ese valor agregado se daría por la necesidad de que la arena salga embolsada, requisito imprescindible para evitar la contaminación.

Con una producción del 50 por ciento del petróleo del mercado nacional, YPF tiene el negocio casi concentrado, y con la iniciativa de trabajar directamente la arena se asegura aún más su participación en todo lo que mueve a nivel económico la producción de combustibles.

La arena silícea no sale únicamente del sur entrerriano, sino que muchas empresas, como la ya mencionada Arenas Argentinas del Paraná S.A., la extraen en distintos sectores del río Paraná. Apenas se abrió la posibilidad del negocio mineral, la subsidiaria de Jan De Nul pidió autorización para el acondicionamiento y procesamiento de arenas silíceas en el ejido de la ciudad de Diamante y su extracción entre los kilómetros 517 a 523 del río Paraná.

No es menor indicar la ubicación que eligió la firma belga porque allí se encuentra anclado el corazón del sitio RAMSAR Delta del Paraná y el corredor biológico de los parques nacionales Islas de Santa Fe y Pre-Delta de Diamante, según advirtieron enérgicamente distintas organizaciones ambientales.

“El sitio de la planta de tratamiento y el lugar de extracción de las arenas corresponden a una zona protegida por la Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional (RAMSAR, Irán, 1971), que es un tratado intergubernamental cuya misión es la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales”, dijo la Fundación Cauce (Cultura Ambiental-Causa Ecologista).

La minería entrerriana

Entre Ríos es una provincia minera que provee de canto rodado, cal, ripio, brosa y arena.

El gobierno deja ver un par de asuntos muy superficiales en materia de política minera, lo que se ve alcanza para afirmar que el Estado no es neutral ni indiferente frente al asunto y que se siente cómodo con su rol de fomentar la economía de la extracción y comercio.

En la página web del Ministerio de Producción se pueden encontrar todas las herramientas que los particulares necesitan para la explotación privada de los minerales colectivos, pero no hay, en cambio, algún dato relevante para aquellos que buscan información pública. Ni estadísticas, ni nómina de empresas beneficiadas, ni datos de autorizaciones emitidas a particulares, ni cifras que a los entrerrianos y entrerrianas les permitan conocer cuánta arena, piedras, brosa, ripio pasaron de ser bienes colectivos a mercadería de negocios privados.

La forma que encontraron algunas entidades ambientales para acceder a información fue la de judicializar sus pedidos. Lo mismo hizo la Cooperativa de Agua Potable de Ibicuy que pretendía saber si hubo estudios de impacto ambiental y audiencias públicas en los proyectos de extracción de arena silícea con destino a la explotación petrolífera de Vaca Muerta.

La prestadora del servicio de agua potable logró un fallo por el cual el Estado provincial se vio obligada a brindar información pública ambiental sobre la instalación de areneras y explotación de canteras en el departamento Islas del Ibicuy.

Si las provincias y las empresas se movieron en favor del desarrollo del negocio de la arena, desde otra óptica las agrupaciones ecologistas tampoco se quedaron quietas y comenzaron a advertir sobre peligros ambientales.

Organizaciones y grupos ambientales como Cauce, el Foro Ecologista de Paraná, Asamblea Ciudadana Ambiental de Concepción del Uruguay y de Concordia, Por una Vida sin agrotóxicos, Aves Ibicuy, vecinos autoconvocados, docentes y muchas otras organizaciones plantearon en foros y encuentros el debate sobre la extracción y arena para el fracking.

La falta de difusión de la información pública por parte del propio estado sobre el negocio, encuentra su correlato negativo en los datos que dan los asambleístas y ambientalistas cuando hablan del asunto.

“Desde los puertos de Campichuelo cerca de Concepción del Uruguay, de Diamante e Ibicuy se venden unos 400 camiones por día para el polo petrolero de Vaca Muerta. Por día, entonces, salen de la provincia entre 5 y 8 millones de kilos de arena”, declaró Daniel Ballester, integrante de la Asamblea Ciudadana de Concepción del Uruguay.

La alusión era a causa de que, según advierten las agrupaciones, el proceso de extracción y traslado causa daños en el ecosistema y a la salud de los operarios.

Mientras se hable de fracking se hablará de la arena silícea de Entre Ríos, siempre que no se produzca el hallazgo de alguna cantera tan buena como la del Litoral, más cerca de Vaca Muerta.

Se calcula que en cada pozo se inyectan 1.500 toneladas de arena, lo que equivale a 50 camiones con capacidad de 30 toneladas de las arenas que antes llegaban de otros países y ahora salen de Entre Ríos.